8.5.08

Supernova, o cómo tejer sin morir de sueño.

- …y dos semanas más tarde la tenía en casa, ¿qué te parece?

Víctor, el que habla, está contándome cómo compró una réplica del Noctámbulos para la pared izquierda del salón de su casa. Es su forma de darme a entender que es un tío culto, elegante y con pasta. No sé si lo dice para impresionarme, pero me da igual, que me impresione si quiere, y sonrío mientras digo:

- Genial, qué gran idea, un Hopper para el salón. Seguro que tus hijos lo agradecen.

Y doy una calada, dándole pie a que siga hablando.

- Claro, en casa nos gusta mucho el arte, también tenemos…

Sorbo mi cerveza, y resulta estar bastante buena. Entonces entro en uno de esos momentos en los que todo parece estar en su sitio, en los que te sientes bien contigo mismo, y me concentro en mi fría cerveza, en el cielo azul y en el sol y en unas golondrinas que eligen ese momento de la tarde para cantar, mi vida es como un anuncio, y me siento tan bien que digo, sin llegar a interrumpir a Víctor, que ahora habla de Warhol:

- Joder, qué bien sienta la cerveza.

Supongo que es la frase apropiada.

Ahora finjo poner mucho interés en sus palabras, para compensar. Me pregunto si Víctor y yo estamos en ese momento de confianza en el que se pueden decir cosas del tipo "¡tío, ahora mismo me tomaría un helado y pasearía junto al mar!" sin que te miren raro, y supongo que no: nos conocimos ayer en la inauguración, y ha resultado que nos toca en el mismo grupo y que compartimos hotel. Supongo que ha sido un claro ejemplo de más vale malo conocido que bueno por conocer, estos cursos de formación son más llevaderos si estás con alguien. El caso es que ahora mismo estoy contento de estar aquí y ahora, y vuelvo a concentrarme en Víctor, que dice:

- …como esta mañana, cuando nos han echado el rollo histórico de cada año. ¡Creo que me lo sé de memoria!

Reímos juntos, estrechando lazos. Empieza a caerme bien, ríe con franqueza y yo me relajo del todo. Igual nos divertimos, pienso. Luego nos quedamos en silencio, sonriendo, en actitud de estar cada uno pensando en sus cosas, pero lo estamos pasando bien juntos y eso es importante.

Busco al camarero con la mirada y digo:

- ¿Te apetece otra cerveza?

- X -

Llevamos dos cada uno y hemos pedido la tercera, que llega en estos momentos. Gracias, decimos, y damos un primer sorbo. Él dice, pues fue un golazo, y mi hijo y yo estábamos allí, celebrándolo, y menuda emoción, a lo que yo contesto, ¿golazo?, pero si el portero estaba vendido, él da un sorbo a su cerveza y contesta, mi hijo estaba contentísimo, lo celebraba por todo lo alto, gritaba ¡gol!, ¡gol!, ¡gol!, y yo me imagino a Víctor mirando a su hijo, satisfecho de sí mismo, olvidándose del resultado del partido y mirando a su hijo, guardando el momento en el cajón de los recuerdos para recordarlo aquí y ahora, y digo, tío, eso se merece otra cerveza, él asiente sonriendo y damos dos largos sorbos, sin llegar a acabarlas, brindando al aire, disfrutando el momento.

- X -

Las cosas siguen un patrón común, digo, es como la espuma de esta cerveza, fíjate, y acerco la copa. Miramos dentro y vemos grumos de espuma flotando, alejándose y acercándose unos a otros, ¿no es como las galaxias?, digo, ¿no te parece cuando menos sospechoso que la espuma de la cerveza o la del café se organice exactamente igual que las estrellas y las galaxias? Mira, digo, hay un video por Internet en el que se ve cómo un grupo de nubes se comporta igual que el agua del mar, ¿no es eso otro jodido patrón común? ¿Ves la simplicidad de la historia?, digo, y Víctor se ríe diciendo, lo que más me asusta es que parece haber algo de jodida verdad en lo que dices, sigue riendo y yo me río también, al principio para no ser descortés y luego por el placer de reír.

- X -

Las cosas se ponen serias, supongo que los temas se acaban y se reducen a lo que nos ha traído aquí, por eso Víctor dice ahora:

- El año que viene nos van a exigir el máximo, los objetivos serán inalcanzables, y utilizarán los malos resultados para la restructuración de plantilla. ¿Cómo vais en tu departamento?

Pues vamos bien, en mi departamento vamos bien, somos gente maja que hace su trabajo, pienso, pero ahora no estamos en plan amigotes y tengo que decir:

- Como en todas partes, supongo, hasta arriba de trabajo y con prisas. Si me preguntas no entiendo estos viajes, los de arriba siempre están con que cumplamos los plazos escrupulosamente y todo eso.

- Bueno, amigo, ¡es que hay que cumplirlos! –contesta sonriendo el Víctor profesional, el Víctor Empleado del Mes. Odio cuado la gente hace eso.

- Sí, amigo, sí, hay que cumplirlos, pero si nos llevan tres días de hotel que esperen más retrasos. No sé si se han dado cuenta de que mientras estamos de hotel no va nadie a la oficina.

Víctor sonríe, y dice que nuestro trabajo también es conocer la empresa, y eso quiere decir conocer a sus empleados, y que esos somos nosotros.

Y mierda del estilo. Bla, bla, bla.

-X-


- Tengo dos hijos, de cuatro y de dos, y no sé lo que es dormir en condiciones desde hace ya ni me acuerdo cuanto tiempo. Lo he pasado muy bien, pero la idea de la cama empieza a ser interesante. Mañana tenemos el desayuno a las diez, ¿nos vemos allí? –dice Víctor.

Lo cierto es que debe ser tarde, quedamos pocos en el bar. Víctor recoge su cartera y se levanta, hace un gesto con la mano y dice:

- Mañana seguimos.

¡Claro!, contesto, y añado:

- Mañana seguimos.

Y señalo mi cerveza, dando a entender que en cuanto la termine subo a dormir. Víctor asiente con cara de estar cansado y se da media vuelta, camino del ascensor. Cojo mi cerveza y le veo pulsar el botón, doy un sorbo y miro en dirección contraria. Doy otro sorbo, la termino.

- X -

Más tarde las luces de la sala están apagadas. Los tres clientes que quedamos nos apoyamos en la barra, que permanece iluminada. El camarero limpia los cacharros y un señor con el codo apoyado a mi derecha dice:

- ¿Qué sentido tiene?

No sé si espera una respuesta, pero no puedo dejar de preguntarme a qué cojones se refiere: ¿qué sentido tiene el qué? No se puede lanzar una pregunta así de vaga y esperar una respuesta. Mirando al camarero, digo:

- Amigo, sírveme la última –y empujo el vaso hacia delante, un ligero toque que significa: llénalo, y que lo hacen multitud de actores. Lo cierto es que estoy cansado y a lo mejor esta última cerveza es un error, debería acostarme ya. El camarero, eficiente, la coloca delante de mí, y decido pensar en el siguiente movimiento mientras la bebo.

Entonces aparece Víctor, que de momento no me ve porque se sienta dándome la espalda, y llega acompañado de una mujer. Tontean descaradamente, piden dos vodkas, se besan. El propietario del codo apoyado a mi derecha dice:

- Menuda mierda.

Vuelvo a no saber a qué se refiere y, joder, no quiero dar conversación a un borracho triste, así que paso de él.

Miro fijamente mi cerveza, la espuma de mi cerveza y sus grumos. Doy un sorbo. Termino mi cerveza pensando en eso, en los grumos que se acercan y se alejan, que se acercan y se alejan, como las galaxias y las estrellas. En la simplicidad de las cosas. En el jodido patrón común.
 
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