7.8.06

It´s time to go home.

Cuando desperté me dolía la cabeza y pensaba: una noche más, uh-oh-oh. Ya sabes, a veces sigues de fiesta. Me tomé el geloca que había dejado la noche anterior en la mesilla (técnica adquirida después de muchas experiencias similares) y esperé a que hiciera efecto durmiendo un poco más, lo que mandara el cuerpo.


--- X ---

Recuerdo que soñé que escribía y que había tenido una idea genial, y que además era capaz de plasmarla en oraciones simples y bellas que encajaban en un todo armonioso, parecido a un puzzle de mil quinientas piezas, y que ese todo armonioso era a la vez una historia original con un final grandioso, y que encima tenía reflexiones súper interesantes y súper críticas con el mundo en general, de las que despiertan conciencias y todo eso. Se habían cumplido ya dos años desde mi última novela y, no te lo vas a creer, pero lo del bloqueo del escritor existe. La Idea Genial me pondría otra vez en el punto de mira.

La había encontrado, ya sabes de qué hablo.

Bueno, pues estaba soñando que la tenía cuando me despertó el teléfono móvil. Al principio hice como si ese sonido no fuera conmigo. Es algo que hago a menudo. "Eso no existe" o "quizá si me concentro lo suficiente desaparece" son la clase de ideas a las que suelo recurrir, aunque, claro, nunca funcionan. La realidad siempre se impone, y el momento en el que descubro que los sueños, sueños son, pues como que me pone de muy mala leche. Es como si me hubieran robado algo.

El teléfono móvil, pensé muy cabreado. El puto teléfono móvil, me repetí, echado todavía en la cama. Podría haberlo dejado sonar hasta el fin del universo conocido, pero soy de esa clase de tío que va de educado. Me gusta contestar cuando me llaman, y devolver la llamada si no llego a contestarla. Me gusta porque me siento bien conmigo mismo cuando gusto a los demás, es un poco complicado pero yo lo entiendo. Por eso, aunque me hice un poco el remolón, no tardé en contestar.

- Sí -dije. Con fuerza, del tipo sí, cojones, sí, aquí estoy.

- ¿Te he despertado?-dijo la voz de Toni al otro lado del aparato.

- Joder, Toni -dije-. Qué cojones quieres a estas horas -no fue una pregunta, simplemente lo dije: mi cerebro hablaba en piloto automático mientras buscaba algo donde escribir, a grandes rasgos, la Idea Genial que había soñado. Algo que me hiciera recordar, en un futuro inmediato, en cuanto pudiera deshacerme de Toni, la magnificencia de la obra que me consagraría como uno de los más grandes escritores de ciencia ficción de todos los tiempos. Lo buscaba ansioso, casi histérico, dando botes a cuatro patas por la cama, examinando cada rincón. Hacía todo eso porque sabia que era uno de esos sueños que duran muy poco en la memoria, de los que cada vez vas recordando menos hasta que al final lo pierdes, y la mayoría de las veces lo pierdes para siempre.

Toni decía:

- Nada, tío, ver cómo quedamos y eso. Ayer me dijiste que te llamara a las tres.

Entonces lo vi. Lo había estado mirando sin verlo, me imagino que por impaciente, pero entonces lo vi: un bolígrafo sobresalía del bolsillo de la camisa que estaba en una de las sillas, y me lancé a por él. Ya encontraría algo donde escribir, esa era la parte fácil.

- Toni, creo que no voy a poder quedar contigo –dije, ya con el boli en la mano-. Acabo de tener una idea genial y voy a escribirla ahora mismo. La Idea Genial, no sé si me entiendes, la que me consagrará como uno de los mejores y la que te hará rico como un visir. Tengo que colgar, nos vemos.

- Tío, espera, tío -le oí decir. En realidad yo no iba a colgar hasta saber si él estaba de acuerdo, ya te lo he explicado antes-. Lo de la idea me parece cojonudo, pero hoy es el debate, ¿te acuerdas? Lo de la tele. Que tenemos que estar ahí a las cinco, tío.

Joder. Lo de la tele. Claro.

Un director joven quería hacer una adaptación cinematográfica de una de mis novelas, y estaba invitado a un debate sobre la clonación, que era uno de los temas que tocaba la novela y que iba a ser el gancho comercial. Yo quería hacer hincapié en que la clonación era solo una manera más de representar un posible futuro, y que me interesaba más la evolución social desde el punto de vista de las libertades individuales, que era otro de los temas que aparecen en la novela y en la película. Que no se quedaran con la-película-de-acción-del-futuro, que vieran el trasfondo antisistema de todo aquello. Digamos que yo iba de gancho para los alternativos.

- Mierda, tío, lo siento -dije. Volvía a dolerme la cabeza: a veces un geloca no es suficiente-. Estoy listo en quince minutos -y colgué.

Tomando el segundo geloca recordé que el día anterior había escrito los cuatro puntos imprescindibles que quería dejar claros en el debate. Di por hecho que el papelito en cuestión ya estaba perdido, pero siempre he tenido buena memoria. Ya lo recordaré en el coche, me dije. Puse rumbo al baño, pensando si debía afeitarme o dejarme la barba de tres días, y me descubrí con un bolígrafo en la mano.

- ¡Mierda! –exclamé-. Mierda y más mierda.

Recuerdo haber pensado: venga, concéntrate, aún está por ahí, sigue buscando.

--- X ---

Media hora más tarde estaba en el coche de Toni con Toni al volante, camino de la tele. Bueno, no de la tele, de una cadena de televisión. En el fondo es lo mismo, ya sabes: al final estás en pantalla. Yo estaba tratando, sin éxito, de recordar la Idea Genial cuando Toni dijo:

- Tienes tranquis en la guantera.

Toni, lo habrás adivinado, era mi agente. Como todavía era un escritor novel era todo lo que podía permitirme. También puedo ser un poco cabrón y Toni me lo aguantaba todo, eso es cierto, así que podría decirse que también era uno de mis amigos. Todo lo parecido a un amigo que puede ser un agente, ya me entiendes. El caso es que de vez en cuando tenía detalles, como era el caso. Abrí la guantera: un blister de diazepan y tres estupendos petardos. Me comí una de las pastillitas blancas y cogí el petardo que me pareció mas jugoso. Lo estaba oliendo cuando Toni dijo:

- Fúmate solo medio, tío: te quiero ingenioso, no aplatanado.

El mechero del coche saltó. Encendí el petardo, exhalé el humo y recliné el asiento.

Bueno, pintaba una tarde cojonuda. En la radio sonaba Sultans of swing y el sol me daba en la cara.

Decidí fumármelo entero.

--- X ---

Un rato más tarde una chica joven me empujaba hacia maquillaje, y yo estaba bastante colocado. Me daba vergüenza pensar que la chica podía darse cuenta. Yo evitaba sus ojos, lo que creo que me daba aires de ido, de estar un poco p´allá. Bueno, es algo que puede esperarse de un escritor, me decía, y así me calmaba. Me sentaron en una especie de sillón con reposa cabezas, cerré los ojos y entré en duermevela. Sin embargo, algo no andaba bien. No conseguía relajarme. El maquillaje me hacía cosquillas y no lograba dormirme. Empecé a notar el calor de los focos y a ponerme nervioso. La chica del maquillaje dijo, me imagino que por tener algo de conversación:

- ¿A qué viene usted?

Y, bueno, yo no estaba en condiciones de contestar nada coherente. Dije algo parecido a:

- Bueno, verás, es una película -aquí me detuve para pensar. Miré el techo. Tragué saliva-. Una película de una novela mía -creo que la chica debió darse cuenta de lo que pasaba, porque podría haberme cortado en cualquier momento y no lo hizo-. Es de una novela de acción del futuro, pero en realidad hay algo más, oculto. Y yo vengo a decirlo.

Creí haber sido muy ingenioso, muy claro. Incluso místico.

Afeitándome la barba que había decidido dejarme, dijo:

- Vaya, es usted escritor -como asombrada-. ¿Y qué ha escrito? A lo mejor he leído algo suyo -continuó, dándome cancha.

- Bueno, bien, un par de novelas y, claro, luego los relatos, que nunca los he contado -tragué saliva y me hizo un pequeño corte.

- Perdón -dijo ella-. Mejor no hable.

Tenía la boca completamente seca. Notaba el calor de los focos, apretando más y más. Volvía a dolerme la cabeza.

- En realidad no soy conocido -dije-. Pero esta mañana, ¿sabes?, lo tenía, sí, lo tenía, he soñado la gran idea, solo tengo que concentrarme un poco y lo recordaré todo -tenía que decirlo. A modo de invocación, algo así. Sin éxito, claro, otra vez.

Lo dije mientras ella me untaba algo en las mejillas, como una crema con polvos, fría.

- ¿Va a tardar mucho? -dije.

Lo cierto es que no me apetecía nada estar ahí. Creo que se me notaba. Bueno, yo no hacía nada por disimularlo.

- Ya termino.

Y como si los dioses hubiesen estado escuchándome, la sesión de maquillaje terminó. Llegué a creerme que podría disfrutar de un poco de calma ahí estirado, a pesar de los focos, pero apareció Toni diciendo:

- Este es mi chico.

Me puso una fría copa de vino blanco en la mano. Mi desayuno.

Bueno, ya dije cómo era Toni. Siempre hacía lo que creía mejor para mi, y yo soy un tío educado: los regalos se aceptan y se valoran.

Me la bebí de un trago.

Hizo que me levantara y pusimos rumbo a algún lugar. Toni dijo:

- Bueno, manténte en tu sitio, habla cuando te lo pidan y procura no extenderte mucho. Haz lo que sabes, son tus quince minutos de fama. Eres el mejor escritor que tengo, tío, demuestra lo que vales, hazte notar. Y recuerda darle publicidad a la novela, eso es lo más importante.

- Toni, estoy arriba, joder, no puedo hablar. Pide que esperen un poco más. Me duele la cabeza -dije.

Toni dijo:

- Vamos, tío, estás bien. Sal y haz lo que sabes, te sentirás como en casa.

Dijo:

- Venga, campeón. Estamos aquí, tío, en la tele. Aprovéchalo.

Y:

- Deja que fluya.

---X---

Compartía plató con el director de la película, tres tíos, una tía y el moderador. Este último dijo:

- Señoras, señores. Hoy vamos a tratar uno de los temas que más nos preocupan. Se trata de la clonación. ¿Será parte del futuro? ¿Podremos clonar a los seres queridos? Y en un plazo más corto: ¿podremos clonar a nuestro perro? De todo esto habla la nueva película del joven director Carlos Mendoza, que hoy nos acompaña en este debate.

El público aplaudió.

- También tenemos con nosotros a un representante del Movimiento Anticlonación Humana que...

Bla, bla, bla. El programa empezó, el debate también. Estaban hablando de la clonación, claro, y de vez en cuando me tocaba opinar. Era un debate muy rápido, había que estar atento. Recordé haber anotado algo que decir al respecto, pero lo había olvidado y ya me daba igual. Me limitaba a hablar de mi novela y a repetir lo último que había oído. Así sabía que al menos una parte de mi discurso podía llegar a ser coherente:

- TIO CON CHAQUETA DE TWEED (Tw) (rascándose la barbilla) - La clonación programada sería beneficiosa para el desarrollo de la especie.

- MODERADOR (M) (señalándome con un boli) - ¿Qué opina nuestro escritor?

- YO (mirándome en el monitor de detrás de las cámaras) - Bueno, sí, la clonación programada, bueno, sería beneficiosa para el desarrollo de la especie. En la película y en mi novela se habla de ello, recomiendo a todos que la lean.

Y sonreía, esperando a que alguien cogiera el turno.

El sofá era bastante cómodo, y al cabo de un rato empecé a sentirme bien. Todo me parecía muy gracioso. No sé qué le pasa a la gente, pero cuando habla ante las cámaras quiere ser lo más de lo más:

CARLOS MENDOZA (CM) - La clonación como idea, como sustancia, y creo que así hemos conseguido reflejarlo en la película, no es algo ni bueno ni malo. Es una opción más que nos brinda la ciencia.

ANTICLONACIÓN HUMANA (Ah) - La clonación legal y organizada por el gobierno nos conducirá irremediablemente hacia una oscura e infame sociedad de castas, donde solo unos pocos privilegiados serán considerados seres humanos.

Tw (todavía rascándose la barbilla) - ¿La solución es, entonces, la investigación privada?

Ah (irritado) - ¡No hay solución posible!

M - Cálmense, señores, cálmense.

YO (intentando no sonreír) - ¿No hay solucion posible? Creo que la película y mi novela brindan peculiarmente una de tantas.

Ah (más irritado) - ¡La clonación es antihumana!

CM (con los ojos cerrados y hablando muy lentamente) - Sí, la óptica que proporciona el film es novedosa. Recomiendo a todo el mundo que la vea.

TIA PARECIDA A ALANIS MORISETTE (Am) (hacia Ah) - ¿Y una clonación exclusivamente para uso médico? ¿También la rechaza?

Ah (la furia) - Mire, señora: ¡piense en jaulas con niños deformes, sin brazos y sin ojos! ¡Piense en corazones solitarios y palpitantes, bombeando sangre humana hacia máquinas del infierno! ¡Eso es la clonación que usted llama para uso médico! ¿Y usted, la rechaza o también es una adoradora de Satanás?

Y, bueno, no sé por qué, pero lo de los niños deformes en jaulas me hizo mucha gracia. No la idea, sino la frase, cómo la había dicho: como un pregonero de pueblo.

Empecé a reír.

En ese momento sabía que la estaba cagando, pero no podía parar. Ya sabes cómo son estas cosas. Cada carcajada traía consigo una carcajada mayor. Podía verme en el monitor de detrás de las cámaras, lo que me hacía todavía más gracia. Ya sabes cómo son estas cosas.

YO - Jo, jo, jo.

Entonces me empezó la tos, una tos muy fea y muy mala. Yo notaba cómo mis pulmones trataban de salirse por la boca. Tuve que levantarme para poder toser, pero ni aún así conseguí reponerme. Acabé cayendo al suelo y todos empezaron a mirarme.

Ah - ¡El Señor te castiga por tu impertinencia!

Ya no tenía fuerzas ni para toser. Notaba toda la sangre en la cabeza. Me dolía la tripa.

M - Que alguien se lleve a este hombre.

Noté cómo me arrastraban hacia fuera. El público aplaudía. Yo quise decir "¡Compren la novela, sí!", pero me desmayé pensándolo.

--- X ---

Desperté con los cachetes que me daba una chica que más tarde reconocí como la maquilladora, muy dulce ella. Estaba estirado en una especie de sofá. Me costaba enfocar, notaba mi lengua pastosa, pensaba cosas raras. Estaba más p´allá que p´acá, pero consciente.

- ¿Te encuentras bien? -dijo ella.

Sí, claro. Fenómeno. ¿No se me nota en la cara?

- Oye, me estás asustando. ¿Te encuentras bien? -repitió.

La dejé hablar. No me interesaba lo que decía, no pensaba contestar.

- Voy a llamar una ambulancia -dijo, y desapareció.

Noté cómo me agarraban por los hombros y me levantaban. Qué rápidos, pensé. ¿Me tendrán en observación o me llevarán a casa?. Prefería ir a casa, hogar dulce hogar, ya sabes. Pero quien me agarraba era brusco, y no me tendía en ninguna camilla: me hacía andar. Me estaba imaginando quién era cuando la voz de Toni me lo confirmó, diciendo:

- Eres el más grande, tío, eres un genio. Seguro que mañana hablan de ti en toda la prensa. Genial, tío, genial.

- Toni -balbuceé-. Toni, me encuentro muy mal. Ayúdame, Toni.

- Eso hago, tío -dijo-. Nos vamos de aquí. Mañana querrán que salgas en alguna otra cadena, o que concedas alguna entrevista. Seguro, esto funciona así, ya verás -diciéndolo miraba hacia arriba, gesticulando mucho con las manos. Era el Gran Evento del Año.

- Me mareo, Toni. Estoy débil.

- Espera, tío, espera -dijo-. También tengo solución para eso.

Se metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó un tubito de plástico, pequeño. Le quitó una especie de tapón y me lo colocó en el agujero derecho de la nariz.

- Aspira -dijo.

Aspiré y, de golpe, todo estaba bien. Yo era el mejor, el más grande, todo estaba muy bien.

- Guau -dije.

- ¿Ves? -contestó Toni-. Venga, al coche, antes de que vuelvan a por ti.

--- X ---

Viendo pasar a toda leche las luces de la ciudad y escuchando una emisora de música, Toni decía:

- Vamos a meternos en la rueda, tío, ya verás. Mañana tienes que demostrar que puedes ser normal, un poco filósofo si te da por ahí, tío, pero sobre todo hacer publicidad de la novela. Nos van a hacer de oro, tío, de oro. Ricos como un visir.

Y, de pronto, me acordé de la Idea Genial: volvía a estar ahí. Solo tenía que encontrar algo con que escribirla, ya sabes, los rasgos principales que la hicieran volver cuando llegara a casa.

- ¡La tengo! ¡La tengo! ¡Algo donde escribir, rápido! -dije, moviéndome por el asiento y buscando con la mirada.

- ¿Qué tienes, tío? ¿Qué tienes? -contestó Toni, como asustado.

- ¡La Idea, Toni, la Idea! ¡Algo donde escribir, rápido!

- ¿La Idea? Olvídate de eso, tío, ahora llegas a casa y descansas, que mañana tenemos mucho trabajo.

Yo buscaba y buscaba.

- Tranqui, tío, estás demasiado arriba. Cálmate -dijo Toni.

¿Cómo era posible que no hubiera un puto bolígrafo en el coche de un agente literario?

- Tío, no te conviene ponerte a escribir ahora. Tienes que descansar, mañana será duro -dijo Toni.

Abrí la guantera y vi el blister y los petardos. Mmm. Toni vio algo en mi cara.

- Eso, tío, un petilla, fúmate un petilla. Te vendrá bien

Bueno, decidí que podía seguir buscando mientras fumaba. Apreté el encendedor del coche y subí la radio: Show must go on. Me encanta esa canción.

El mechero hizo clack. Me encendí el petardo. Cantaba la canción. Recordé que buscaba un boli para tomar cuatro notas que me ayudaran a recordar la Idea Genial, pero ya no había ni rastro de la Idea Genial. Otra vez en el vacío. Toni dijo:

- Bien, tío, bien. Tranquilo, a casita a dormir.

Mirando por la ventana, fumando, con algo sueño, pensé: Toni tiene razón, tengo que descansar. Mi buen amigo Toni.

Pensé: mañana tenemos que trabajar. No puedo perder el tiempo en tonterías.

Pensé: mañana empieza la buena suerte. Seguro.

Show must go on, cantaba.
 
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