26.6.06

Ustedes pueden repetirlo en casa.

¡Tomen ese edificio!, ha dicho.

Qué follón.

Juan a mi izquierda, Pepe a mi derecha. El edificio al frente.

¡Tomen ese edificio!, ha dicho.

La infantería enemiga aguanta el asalto en todo el barrio. No sabemos si ha pedido refuerzos, aunque parece lo lógico. A veces, su artillería siembra muerte. Y un puto francotirador está haciendo estragos en nuestras líneas.

¡Tomen ese edificio!, ha dicho.

Cualquier imbécil sabría que es momento de retirarse. De reducir bajas y preparar otro tipo de ofensiva. Que el edificio ha dejado de ser importante.

Pero el Coronel no es cualquier imbécil: es un imbécil y orgulloso Coronel. Y hay que cumplir órdenes.

¡Tomen ese edificio!, ha dicho.

Corremos hacia el edificio. Hay que cumplir órdenes.

Juan cubre el flanco izquierdo. Yo cubro el frente. Pepe cubre el flanco derecho.

No nos vemos. Tampoco hablamos. Hay demasiado miedo.

Es imposible controlar todas las ventanas. Confío en mi suerte natural para estas cosas. No me queda otra.

¿Has jugado a la lotería últimamente?

¡Allí!, grita Juan.

Oigo disparos lejanos y un silbido a mi derecha. Oigo caer a Pepe.

Me dan en el pecho y caigo al lado de Pepe.

Puedo ver caer a Juan, antes de cerrar los ojos.

Y también pienso: cualquier imbécil se habría dado cuenta.

--- X ---

- Masacre. Te jodes, chaval.

- Vaya, qué mala suerte. Si hubiese llegado al edificio podría haber aguantado un par de turnos más, y quién sabe...

- No sé qué decirte. Yo creo que el edificio ya no era importante, te tenía bastante cogido por los huevos. Yo me habría retirado para pedir refuerzos.

- Bueno, qué más da: vuelves a ganarme. Qué mala suerte. ¿Repetimos mañana? ¿Misma hora?

- De acuerdo. Pero mañana defiendes tú.

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