26.6.06

¿Te gusto?

Nunca fuiste sencillo, ¿pero quién lo es?

Odias madrugar pero nunca te duermes, escribiste cosas que te gustaron y hoy (te) niegas haberlas escrito. Antes fumabas y ahora te molesta el humo de un cigarrillo ajeno en la parada del autobús, nunca has bebido pero hoy te apetece comer con vino, y ¿desde cuando te gusta el té? Desde siempre, claro.

Te he descubierto defendiendo posturas que nunca pensabas defender, y has llevado la contraria sólo por el gusto de hacerlo. Siempre hablas del viaje que harás al Chad, pero cada día te levantas con una sonrisa para ir al trabajo y te preocupa el saldo de tu teléfono móvil. ¿Qué pondrán hoy en el cine? ¿Dónde juega el Barça este sábado? ¿Me compro la camisa azul o los zapatos marrones? ¿Habré recibido ya el correo electrónico?

Te quejas del poder de Don Dinero y defiendes la romántica idea del arte por el arte. Aveces pintas, otras escribes y las que más piensas; te gusta jugar al intelectual, te compraste unas gafas de pasta negra a lo Woody Allen y nunca te peinas, el marrón es tu color favorito y dices con orgullo que vives en el país de Octubre. Hiciste obras en casa para que entrara más luz y poder ver la calle desde el salón, ahora te pasas muchas tardes mirando la gente que corre ahí abajo. El mundo se puede cambiar con gente como tú y con ideas como las tuyas, sueles decir cuando sales de compras.

Me cuentas que crecimos en una democracia falseada al servicio de intereses empresariales, y te alegra ver que tus compañeros de oficina piensan lo mismo. Cualquier día te hartas y montas algo bestia, y eso les dices en los cinco minutos que tenéis para el café. Te gusta verte como un bicho raro, alguien que no acaba de integrarse en el Sistema, y mientras haces las fotocopias para el jefe piensas cual puede ser tu próxima acción reivindicativa: la última vez cambiaste la página de inicio de los ordenadores del trabajo por una página pornográfica.

Lees poesía tibetana traducida y practicas reiki, buscas el equilibrio universal desde tu interior y te pones místico fumando marihuana. No crees en la globalización, compras la comida en centros de cultivo ecológico y comercio justo, y siempre que vuelves de algún viaje laboral a Londres amenazas mientras te haces un delicioso Darjeeling TgfOP primera cosecha Queens Blend con irte a vivir al campo a poner un huerto y ordeñar vacas, porque dices que no aguantarás mucho más.

En las pausas publicitarias de tu programa favorito aprovechas para escribir poemas haiku (cinco, siete, cinco) que hablan de hormigas alienadas y cosechas de arroz perdidas, y antes de dormir alternas entre guiones de cine, los días pares, y algún pasaje del Libro de los Muertos tibetano (el Bardo Thodol, que así lo llamas tú) que te bajaste de internet, los impares.

Ayer, me preguntaste:

¿Te gusto?

Podría contestar que sí, que tienes un punto dulzón, alternativo y metafísico que te hace irresistible y encantador. También podría decir que no, que te tienes aprendido el papel de víctima pero trabajas de verdugo, y ni siquiera te das cuenta. Pero, ¿sabes?, te vas a quedar sin respuesta: los espejos no hablamos.

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