26.6.06

Arturo se hace gracia a sí mismo.

Arturo abre la puerta de casa. Se dirige a la cocina. Coge una cerveza de la nevera y apoyado en el fregadero la termina en tres largos tragos. Eructa, se hace gracia a sí mismo. Piensa en Elena y camina hacia el taller: la segunda puerta a la izquierda.

---X---

Elena se levanta de un salto, con Arturo observándola desde arriba. Da tres vacilantes pasos, como si quisiera estar segura de saber cómo hacerlo. Estira un brazo y saluda. Suena la música y empieza a bailar.

Relevé, primera y piruet, tandí, primera y plié. Gran plié, tandí acabado en tercera. Geté, geté, gran geté, tandí a la derecha acabado en quinta y arabesc. Y vuelta a empezar.

Cuando lo ha repetido cuatro veces cae inmóvil al suelo, con los ojos fijos en Arturo, que se marcha.

---X---

Arturo sale del taller. Elena siempre le relaja, consigue sacarle lo mejor de sí mismo. Incluso a veces (de noche y con tres o cuatro cervezas en el buche) piensa que podría invitarla a tomar un café. Le tiene loquito: ese pelo cobrizo, los ojos negros, esa silueta tan bien dibujada, las curvas, los pechos... Esas manitas tan delicadas, en las que incluso pueden verse las cinco uñas... Ese color de piel tan acaramelado, tan tostado, característico del roble con que está hecha... Es, sin duda, su mejor marioneta.

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